La actividad teatral cayó un 7 por ciento
La crisis económica impacta en CABA pero mantiene una convocatoria aceptable, en medio del ataque gubernamental a sus figuras e instituciones. La falta de ficciones televisivas es otro punto que preocupa.
La actividad teatral en la Ciudad de Buenos Aires no escapa a la motosierra económica y cultural que el gobierno nacional puso en marcha desde su asunción hace casi un año y medio. Aún cuando se trata del arte que mejor se recuperó tras la pandemia y que sigue convocando a muchos espectadores, los datos son inequívocos: en el primer cuatrimestre de 2025 se vendieron un 7 por ciento menos de localidades teatrales en la Ciudad de Buenos Aires respecto del mismo período del año pasado, según los datos recabados por la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET). En una cartelera fructífera en producción de obras para todos los gustos, la caída en el poder adquisitivo de los trabajadores se vislumbra como el principal motivo de la tendencia en baja de la cartelera, que se agrava teniendo en cuenta que en 2024 ya se habían vendido un 10 por ciento menos de localidades. A este panorama presente se le suma un factor que por estos días inquieta a la comunidad teatral: ¿que pasará a mediano plazo, teniendo en cuenta que las obras más convocantes son las que protagonizan figuras que se hicieron populares en la ficción televisiva, género abandonado desde hace algunos años?
La radiografía de la actividad teatral durante este año permite analizar con mayor profundidad su actualidad. Se vendieron un 7 por ciento menos de entradas entre enero y abril, en comparación a los mismos meses de 2024, temporada en el que las boleterías se redujeron un 10 por ciento en relación al 2023. Es decir: la caída en la venta de entradas teatrales en la cartelera porteña se inició a partir de las políticas de ajuste y los ataque a representantes e instituciones de la cultura de parte de Javier Milei. De hecho, el teatro porteño en 2023 había culminado con un crecimiento de espectadores del 44 por ciento. Ese fue el último año en el que las salas teatrales vieron incrementar la asistencia de un temporada a otra.
“Siempre sostuve que el teatro y la taquilla son un gran reflejo de nuestro ‘cliente’, que es la clase media. Y vuelvo a confirmarlo: aún cuando abril detuvo la caída que traíamos desde verano en Ciudad de Buenos Aires, promediamos un 7% menos de venta en el total de boletos, cifra oficial de AADET, en el cuatrimestre”, detalla a Página/12 Carlos Rottemberg. Pese a haberse vendido menos entradas, el teatrista considera que en el contexto del derrumbe del consumo, “el número es bastante aceptable”.
En la misma sintonía, entre resignado y esperanzado, el productor Sebastián Blutrach analiza la actualidad de la escena teatral porteña desde la aplicación del feroz (y celebrado por algunos) ajuste económico de parte del gobierno nacional. “El pasado fue un año donde la merma fue inferior a la caída del consumo, lo cual es raro porque la cultura, el arte y el entretenimiento suelen caer más que el consumo en general. Así que dentro de todo no fue un mal año. Este primer trimestre fue muy malo en Capital. A partir de abril ha habido una levantada, con el estreno de varios espectáculos muy convocantes. Creo que por cómo viene planificada la temporada, si no hay sobresaltos desde lo económico con la inflación y ese tipo de variables, va a ser un año en el que mínimamente vamos a mantener lo de la temporada pasada, porque se avecinan muy buenos títulos.”

La crisis económica, obviamente, mermó la cantidad de espectadores que pueden pagar una entrada teatral, aún cuando la cartelera porteña ofrece espectáculos con precios que van desde los 10 mil pesos a los 40 mil para las obras de mayor producción y de elencos corales. Atraer a los espectadores que se perdieron en el último año y medio es una tarea que en estos días ocupa a los productores y artistas, aún sabiendo que el circuito teatral de la Ciudad de Buenos Aires tienen un público fiel que se mantiene más o menos presente a través del tiempo.
“Con respecto a la crisis económica, el análisis que se puede hacer -detalla Blutrach- es que la sociedad está muy partida económicamente y en CABA, por lo menos, hay un grupo que tiene capacidad de consumo y para el cual el teatro es una de sus primeras elecciones, junto con salir a comer. Hay una gran idiosincrasia teatral y la actividad, aunque se ve resentida porque pierde espectadores, sigue manteniendo un flujo bastante razonable. Obviamente, nos gustaría que se amplíe la torta y que aparezcan nuevos espectadores. La actual crisis económica no es la primera y una de sus consecuencias es la pérdida en el volumen de público. El tema es trabajar para no perderlos de todo y cuando la cuestión económica dé la vuelta recuperarlos nuevamente”.
Polarización y falta de ficción en TV
La taquilla teatral no solo revela la tendencia negativa. Al examinarla un poco más, sobresale otro aspecto que tiene que ver con la distribución de la venta de entradas. Allí, lo que se percibe en el comportamiento de los espectadores teatrales es que cada vez menos espectáculos cosechan más venta de entradas, en una polarización que tiene su traza histórica y que también se da en otras artes (como en el cine), pero que parece profundizarse en el último tiempo. Es decir: el peso de los “tanques” teatrales sobre el total de tickets y de la recaudación es cada vez mayor.
“Al descomponer los números de taquilla, lo que estamos viendo es la enorme polarización que existe, también un reflejo de Argentina”, analiza Rottemberg. “Enorme polarización, porque sobre los 263 títulos que tuvo el cuatrimestre en el circuito AADET (CABA), solo 10 concentraron el 45 por ciento de los boletos vendidos. Y a la vez concentraron el 53 por ciento de la recaudación, porque los éxitos tienen un promedio de entrada más caro. O sea que 253 espectáculos, excluyendo esos 10, tuvieron un 55% de espectadores y solo un 47% de la recaudación.”
Así, obras como ¿Quién es quién?, protagonizada por Luis Brandoni y Soledad Silveyra, o Esperando la carroza, con Campi, Paola Barrientos y Pablo Rago, fueron dos de los grandes éxitos de este año. La cena de los tontos (Mike Amigorena, Martín Bossi y Laura Fernández), Mi querido presidente (Miguel Angel Solá y Maxi De la Cruz), Druk (Pablo Echarri, Juan Gil Navarro, Osqui Guzman y Carlos Portaluppi), Empieza con D, 7 letras (Eduardo Blanco y Fernanda Melilli) o la más reciente El jefe del jefe (Diego Peretti y Federico D`Elia) también fueron parte de las piezas teatrales que más público convocaron. No es casualidad que todas ellas estuvieran protagonizadas por artistas que tienen un alto conocimiento del público por sus trabajos en las ahora extintas ficciones televisivas.
Los históricos productores prevén un problema a partir de esta situación. Conocedores de la cartelera y del comportamiento del público, ambos coinciden en subrayar que la nula producción de ficción televisiva puede afectar seriamente al teatro “industrial”, como llama Rottemberg a las obras más masivas que traccionan a través de figuras populares que el gran público conoce y admira. Un tipo de teatro que en lo que va de 2025 concentró en solo 10 obras al 45 por ciento de las entradas vendidas. Blutrach considera que la pérdida de producción de ficción nacional en la pantalla chica local hizo que muchas figuras encuentren en el teatro una salida cotidiana para ejercer el oficio y solventarse económicamente, pero su poder de convocatoria puede ir mermando si no se vuelve a poner en marcha la maquinaria de series, comedias o novelas en los canales de TV locales.
“A corto plazo -analiza el dueño de el teatro El Picadero- podemos ver que hay más figuras convocantes disponibles para subirse a un escenario. Eso a priori es lo que podría ser bueno. A su vez, en el mediano plazo nos plantea cuáles serán las nuevas figuras si deja de haber ficción. El teatro se ha beneficiado mucho del prime time de la televisión y de los actores que allí triunfaban. Entonces, por un lado, en el corto plazo, está bueno porque las figuras se vuelcan al escenario ante la falta de trabajo de otras áreas audiovisuales, pero en el mediano plazo lo veo como un problema grave”.

La histórica retroalimentación entre la ficción televisiva nacional y la cartelera teatral parece estar en peligro de extinción. La oferta en el género de la plataformas audiovisuales como Netflix, Prime Video, HBO o Disney alcanza, en la actualidad, una penetración mucho menor a lo largo y ancho del país que la que tradicionalmente tuvo la de la pantalla chica. Aún cuando los servicios de streaming se vuelven más masivos en el país, lo cierto es que lejos están de estar presentes en más del 90 por ciento de los hogares argentinos, como lo hace el aparato de TV. ¿Puede este nuevo escenario audiovisual sostener masivamente y a través del tiempo un sistema de figuras populares y transversales a todas las edades y clases socioeconómicas que traccionen por sí mismas las obras del circuito teatral “industrial” argentino?
“Yo vengo machacando desde hace un tiempo con aquello de que no nos alegremos si no hay ficción en televisión y por eso vienen nombres propios muy potentes al teatro», reflexiona Rottemberg. «Hago una analogía con aquel que se pone contento cuando va a cargar nafta 10 minutos antes del aumento… ¿y el próximo tanque? Se abre una ventana enorme porque son las figuras las que nuclean mayoritariamente, ese lote de elegidos por parte del público y que tuvieron una penetración enorme a partir de sus trabajos en otra época en medios masivos y que todavía perduran. Teatro va a haber siempre, es el arte más milenario, la cuna real de la ficción. Por eso la temporada teatral sigue siendo amplia como siempre, porque si hay una cosa que tiene a favor el teatro en Argentina y en Buenos Aires en particular, es esa pasión que le ponen todos los circuitos”.
El propietario de salas como el Multiteatro, Metropolitan, Multitabarís y el Liceo, entre otras, pone el foco de su atención en el futuro del teatro más popular. “Al industrial es al que le estoy prestando atención mirando a futuro», afirma. «Ya no por mí, que tengo 68 años, pero sí por la generación que viene con respecto a cómo va a seguir este género del teatro. Empiezo a tener dudas sobre cómo se va a desarrollar con la vista puesta a 10 años para adelante. Va a haber todo tipo de teatro, porque si hay algo que los teatristas tenemos en este país es la pasión intacta. Si no, sería imposible seguir ostentando ser la ciudad del mundo que tiene más teatros independientes/comerciales que cualquier otra urbe del mundo. Pero lo que veo es que capitales importantísimas de Europa, como Roma, París y Berlín -excluyamos Nueva York y Londres, que son cunas del turismo y cunas del musical-, ciudades que podrían ser similares a Buenos Aires no tienen un circuito de teatro industrial como nosotros lo supimos tener. En ese espacio pondría el foco sobre el futuro de la actividad.”
En este panorama, entre la merma de espectadores lógica ante al caída del poder adquisitivo de los argentinos y las consecuencias que acarrea la falta de ficciones nacional es en la TV local, a la actividad teatral se le suma el avance del gobierno nacional contra organismos clave de fomento como el Instituto Nacional de Teatro, el Fondo Nacional de las Artes o las sociedades de gestión de derechos y propiedad intelectual, como Argentores o Sagai. Ni hablar del permanente ataque presidencial a los artistas, plagado de insultos y acusaciones sin pruebas, por el solo hecho de pensar distinto a sus ideas. Un combo que le imprime ruido a una actividad teatral que, sin embargo, nunca deja de levantar el telón, ya sea en las grandes salas de la Avenida Corrientes, en las más pequeñas que se encuentran a su alrededor o en las que surgen en zona más alejadas, generando nuevos circuitos .
Los empresarios creen que los ataques del gobierno nacional a los representantes de la cultura y a los organismos relacionados a ella no afectan -al menos significativamente- a la convocatoria teatral. “En la taquilla no se vuelca”, puntualiza Blutrach. “Es una situación de convivir con una agresión constante sin pies ni cabeza, que se vuelca en una manera de pensar en lo que representa la cultura como espacio crítico para el pensamiento, para cuestionar lo que tan mal argumentado o tan flojo de papeles que viene del gobierno nacional”, analiza el productor, reforzando la idea de que aún con los embates económicos y discursivos el teatro siempre es un campo de resistencia cultural y humano.

«Al ajuste, buenas propuestas»
Si la crisis económica y el derrumbe en el consumo no impactó al mismo nivel en la caída de entradas teatrales, se debe fundamentalmente al arraigo que la actividad tiene para un sector de los ciudadanía del AMBA y a la frondosa y variada cartelera en el circuito industrial, comercial e independiente. “Al ajuste económico, producción”, parecería ser la respuesta de la comunidad teatral al contexto actual. Así, en la vasta cartelera teatral, vendrán propuestas para todos los gustos en lo que queda del 2025.
El 21 de mayo se estrenará en el Teatro Astral Pretty woman, la versión en musical de la clásica película que en 1990 protagonizaron Julia Roberto y Richard Gere. La producción local está protagonizada por Flor Peña (que viene de hacer el éxito Mamma mía!) y Juan Ingaramo. El 12 de junio, en tanto, será el turno de que suba a escena en el Lola Membrives Rocky, la obra de teatro que llevará al escenario la icónica película de 1976 protagonizada por Sylvester Stallone. Allí, Nicolás Vázquez interpretará al ítalo estadounidense de Filadelfia, además de dirigir la obra junto a Mariano Demaría, que tendrá a Dai Fernández como Adrian. En tanto, los mismos productores de Matilda y School of rock estrenarán en junio el musical La sirenita en el Gran Rex, con Rex Albana Fuentes, Jose Maria Listorti, Osvaldo Laport, Evelyn Botto y Pablo Turturiello. La semana pasada, Pablo Rago y Diego Cremonesi estrenaron Sala de espera, la obra escrita y dirigida por Nicolás Repetto en el paseo La Plaza.
Antes de que termine el mes, el 30 de mayo, en el teatro Metropolitan se dará un extraño y atractivo cruce: Moria Casán y Jorge Marrale protagonizarán Cuestión de género, una comedia sobre el amor incondicional que estará dirigida por Nelson Valente. Por su parte, en el Complejo Teatral Buenos Aires, también subirán interesantes propuestas: La gaviota, de Antón Chéjov, protagonizada por Muriel Santa Ana y dirigida por Ruben Szuchmacher (con un elenco conformado por Alejandra Flechner, Luis Ziembrowski, Ingrid Pelicori, Marcos Montes, Luciano Suardi, María Figueras, Belén Blanco), subirá a la Sala Casacuberta; Ricardo III, de William Shakespeare, con Joaquín Furriel encabezando el elenco y el español Calixto Bieito en la dirección (ya habían trabajado juntos en La vida es sueño, en 2010) hará lo propio en la Martín Coronado; Los pilares de la sociedad, de Henrik Ibsen, con Eleonora Wexler y Martin Seefeld y Jorge Suárez en la dirección, verá la luz en el Teatro Alvear; mientras que Los Macocos celebrarán sus cuatro décadas de existencia con un espectáculo dirigido Mariana Chaud en el Alvear.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/825395-la-actividad-teatral-cayo-un-7-por-ciento