El Abasto, el barrio que nació alrededor de un mercado
os porteños no dudan a la hora de señalar cuáles son las calles que delimitan esta zona que popularmente se conoce como “el barrio del Abasto”. En realidad, corresponde a un sector de Balvanera que comenzó a forjarse alrededor del mayor mercado que tuvo la ciudad, el Mercado de Abasto Proveedor y al que le debe su nombre.
Fue inaugurado en 1893 en la manzana comprendida entre Corrientes y las calles Anchorena, Lavalle y Agüero. Catalina Cabana, historiadora y autora del libro Abasto, y de por qué acá nació el tango (2da edición Chona! Ediciones 2022), sostiene que este sub-barrio se empezó a poblar hacia fines de 1860. Un poco antes, a mediados del siglo XIX, habían llegado al país los hermanos Devoto, provenientes de Italia. Uno de ellos, Antonio Devoto, el creador del Banco Inmobiliario y quien desarrolló el barrio de Villa Devoto, fue quien compró los terrenos donde después se levantó el mercado.

Explica Cabana que cuando, a fines de la década de 1880, la municipalidad determinó la demolición del Mercado Modelo de la zona donde actualmente se encuentra el Congreso Nacional se decidió construir uno nuevo en las afueras de la ciudad. “Entonces, toda esta zona que hoy llamamos Abasto era el afuera de la ciudad. Se realizó una licitación para la construcción del Mercado Abasto Proveedor y el nombre vino justamente por este mercado”, señala.
Era una plaza grandísima que vendía, en principio, frutas y verduras y, tiempo después cuando sumó frigoríficos y una fábrica de hielo, comercializó carnes. “Durante muchísimos años fue el mercado principal e incluso había una ley que no permitía que se establecieran mercados de radio o mercaditos en los alrededores”, asegura la historiadora.
En efecto, este reemplazó al Mercado Modelo de Plaza Lorea; en ese sentido, El Observador porteño, el boletín especializado en patrimonio histórico de Buenos Aires, detalla que, en realidad, la historia del Abasto se inició en 1888, cuando a raíz del aumento poblacional y la demolición del Mercado Modelo, la sociedad Antonio Devoto & Cía. solicitó a la municipalidad porteña un permiso para establecer un mercado en la zona de Balvanera.
Esto fue aprobado al año siguiente y los viejos puesteros del desaparecido Mercado Modelo, formaron la Sociedad Anónima Mercado de Abasto Proveedor. El establecimiento fue inaugurado en 1893 y para 1910 era el más higiénico y mejor construido de la ciudad. En 1907 el mercado se amplió con la construcción de un pabellón sobre las calles Lavalle, Anchorena y Agüero y en 1915 se creó la Caja de Jubilación, Auxilio y Pensiones para los empleados de la sociedad.
Por su parte, cuenta Cabana que, además, este mercado estaba conectado con el tranvía y con el tren, a través de lo que hoy se llama Parque de la Estación (a unas tres cuadras) donde estaban los depósitos del ferrocarril de la actual línea Sarmiento. De manera que la mercadería que llegaba del interior se depositaba allí y se distribuía a través del mercado. “Si bien se hacía venta minorista, la mayor parte de la comercialización del Mercado Abasto era mayorista. Era un gran distribuidor”, destaca.
Hacia la década de 1920 sus instalaciones resultaron insuficientes y se pensó en construir un nuevo edificio. Asegura Cabana que el primer mercado había sido construido en hierro y que el que conocemos hoy, el de hormigón, data de 1930. “Este edificio ganó el premio a Mejor fachada otorgado por la municipalidad en 1937”, señala.
El diseño del nuevo mercado correspondió al estudio Delpini-Sulcic-Bes integrado por los ingenieros José Luis Delpini y Raúl Bes y el arquitecto Victorio Sulcic, de origen esloveno. En cuanto al estilo, asegura que, aunque muchos lo inscriben dentro del art Deco no llega a formar parte de esta corriente como tampoco del brutalismo ya que cronológicamente es previo.
“Tuvo como novedad que fue el primer edificio construido en hormigón armado en la ciudad y el único que se hizo en el lugar, es decir cada bloque se levanto allí mismo”, advierte. “Yo lo llamo estilo Abasto, es único”, agrega la historiadora.
Y reconoce que, a lo largo de los años, a su alrededor creció un ecosistema en el que todo lo cercano servía para alimentar al mercado. “Estaba el que te arreglaba las carretas, el que vendía las lonas, todos los restaurantes, bares, bodegones, fondas, los conventillos, hoteles, o sea, una especie de micro lugar donde todo tenía que ver con el mercado”, dice.
Gardel, el adiós y el shopping
El Abasto fue también una zona vinculada al gran Carlos Gardel, allí estaba la casa que había comprado en 1927 y que el cantante habitó con Berta, su madre; hoy es el Museo Casa Carlos Gardel, en la calle Jean Jaures 735.
Destacan Leonel Contreras y Víctor Coviello en el libro Buenos Aires tiene barrio (Planeta 2022) que, el paisaje urbano alrededor de este mercado cambió drásticamente tras su cierre, a mediados de la década de 1980. Este se produjo tras una ordenanza municipal que estableció trasladar todas sus funciones al Mercado Central.
“La cuestión fue que el gran crecimiento urbano hizo que el mercado que, en un primer momento quedaba afuera de la ciudad, ahora estaba dentro. Incluso un proyecto planeaba construir una autopista para continuar abasteciéndolo, pero esto representaba un gran problema porque implicaba un cambio urbanístico muy grande. De manera que se llegó a la conclusión que lo mejor era trasladarlo”, explica Cabana. Este se mudó a la zona de Tapiales, Provincia de Buenos Aires, donde está actualmente el Mercado Central.
Cuando cerró el Abasto y se mudó todo, la zona decayó notablemente. Para Cabana coexistió un doble barrio: por un lado, el de la gente que se quedó, pero también mucha casa abandonada que, eventualmente, pasó a ser casa tomada. La zona vivió un período de degradación y empobrecimiento.

Bien lo describe la edición de El Observador porteño: “La desaparición y cierre del mercado llevó a que se terminara la red comercial de su entorno, situación que derivó en una importante modificación del paisaje urbano del sub-barrio, excelentemente retratada por Luca Prodan (vocalista de la banda Sumo) en su inolvidable tema ‘Mañana en el Abasto’. Algunas de sus líneas decían: Tomates podridos por las calles del Abasto/Podridos por el sol que quiebra las calles del Abasto/Hombre sentado ahí, con su botella de Resero/Los bares tristes y vacíos ya, por la clausura del Abasto”.
Añade Contreras que, con el traslado de las actividades al Mercado Central, desapareció aquel mundo que habían conocido Carlos Gardel y Luca Prodan. Un universo irrepetible de fondas, bares y piringundines.
Sin embargo, Cabana sostiene que, con los años, empezaron a mudarse allí una gran cantidad de artistas plásticos, teatrales y del under y, entonces, la zona comenzó a llenarse de teatros.
Para Contreras, la suerte del Abasto cambió nuevamente cuando, a mediados de 1998 abrió el Abasto Shopping, “uno de los centros comerciales más importantes del país”, subraya.
Añade Cabana que, previamente, a mediados de los años ochenta, la cooperativa El Hogar Obrero compró el mercado y llevó adelante un proceso de restauración importante, sin embargo, tras la crisis producida por la hiperinflación la cooperativa quebró y el Abasto volvió a quedar abandonado. “A principios de los noventa, la empresa IRSA, que ya había inaugurado otros shopping en la ciudad como el Alto Palermo o el Paseo Alcorta, entre otros, decidió abrir uno allí”, señala.
El barrio adquirió una nueva vida con la gran transformación que supuso la llegada del centro comercial. Por otra parte, en los años 90 se produjo un cambio migratorio que trajo a la colectividad peruana que se instaló en la zona. Anteriormente ya se había asentado la colectividad judío-ortodoxa. “El Abasto fue siempre un sub barrio muy diverso, por un lado tenés una mezquita, una sinagoga y una iglesia, un restaurante peruano, uno chino y una parrilla. Eso que fue muy característico desde los inicios del mercado allá por el siglo XIX. Siempre fue una conjunción de muchos elementos”, finaliza Cabana.