Junior Pisanú: del teatro a su familia ensamblada
Creció entre bambalinas, en camarines de teatro y sets de televisión, acompañando a su mamá, Daniela Cardone. Además, es hermano de Brenda Gandini, cuñado de Gonzalo Heredia, y hasta su abuela paterna Gloria Bernal fue actriz y filmó con Olinda Bozán y Homero Cárpena. Su papá, el cirujano plástico Rolando Pisanú, también pinta. Así que se entiende que a Junior Pisanú el mundo del espectáculo y el arte lo haya seducido desde muy chiquito. Hoy es uno de los protagonistas de Incidente en Vichy, una versión de Pablo Gorlero de la obra de Arthur Miller. Y los domingos también recita a Jorge Luis Borges, en la ex Biblioteca Nacional. En una charla con LA NACION, el actor habla de su historia y de su familia, dice que entiende las excentricidades de su madre, que es muy compinche de su hermana y que, por primera vez en mucho tiempo, está solo. Lejos de los flashes, Junior es feliz.
“Soy fan Arthur Miller, especialmente de La muerte de un viajante, Las brujas de Salem y Todos eran mis hijos. E Incidente en Vichy es un clásico, también. Tengo muchas ganas de contar esta historia en este momento, y se armó un grupo muy piola, contenedor y todos tirando para el mismo lado. Con tanto individualismo dando vueltas, siento que es un privilegio estar ahí. La historia transcurre en 1942, durante la ocupación nazi en Francia; hacen una razia en Vichy, y esta gente se encuentra en una comisaria preguntándose qué hacen ahí. En realidad, son casi todos judíos con documentos falsos y están por liquidarlos. Es interesante hablar de la violencia porque salvando las distancias y las guerras que hemos vivido y todavía vivimos, los seres humanos volvemos a cometer los mismos errores. Me parece que sirve escarbar en la oscuridad para ver un poco de luz y reflexionar lo que se está viviendo. Así vamos a salir, hablando entre todos; yo no creo en lo individual. Mi personaje es un pintor egocéntrico que dice sin filtro lo que todos piensan”, detalla Junior Pisanú.

-Desarrollaste toda tu carrera en el under, ¿te sentís cómodo ahí?
-Teatro comercial nunca hice; estuve en el detrás de la obra Desnudos que hacían mi cuñado y mi hermana; fui una especie de stage manager. Además ellos querían a un actor cerca y que supiera todos los textos. Esa fue la experiencia más comercial que tuve. Y después hice teatro oficial en el San Martín. Pero siempre en el off, desde hace 13 años. Y a partir del 13 de julio vamos a estar con Helena Tritek haciendo textos de (Jorge Luis) Borges, con entrada gratuita en la ex Biblioteca Nacional, donde Borges tenía su despacho y trabajó durante 18 años.
-¿Y cómo llegaste a este proyecto?
-Soy muy fanático de Borges, debo reconocer; en toda su obra hay algo de la argentinidad que pesa mucho. Y con Helena trabajamos juntos hace más de diez años. El año pasado hicimos una versión libre de La señora Inger de Ostraat, de Henrik Ibsen, que se llamó Manada de lobos y fue una experiencia maravillosa porque ensayábamos en el Teatro San Martín de martes a domingos, como los viejos elencos estables. Fue un proceso que nunca había vivido y muy enriquecedor. Hoy con Helena somos compañeros, una especie de socios, aunque siempre será mi gran profesora y directora: Nos regalamos libros y recibí mucha herencia de ella como por ejemplo el tomo completo de García Lorca Edición Aguilar de los años 30, marcado con anotaciones de Augusto Fernandes. Soy un privilegiado. Tenemos un lindo vínculo y es una de las mejores directoras que tenemos. Y dentro de poco voy a hacer una comedia con dirección de Mariano Dossena, un texto del sexólogo Walter Ghedin. Hice muy poca comedia.

-¿Cuánto hace que te ganas la vida como actor?
-Bastante. En pandemia trabajé en gastronomía, como encargado de un local de sushi, y también ayudo y ayudé a mi papá con sus redes; él sigue operando en su clínica. Hubo que salir a buscar el mango en pandemia… [risas]. Hago publicidades y con eso tiro unos meses.
-¿Dejaste de lado otra carrera para actuar?
-No, ahora estoy terminando la carrera de dirección escénica en la UNA (Universidad Nacional de las Artes). Todo lo que me gusta está vinculado a la actuación. Pronto también empiezo el rodaje de El capricho pendiente, que es una producción independiente, con dirección de Clara Pizarro. Y a fin de año se estrena La herida, que fue mi primer protagónico en cine y quizá sea el único… [risas]. Ya se vio en el Bafici el año pasado y estuvo en el festival de Trieste y en uno de Miami.
Una pasión desde chico

-¿Cuándo fue la primera vez que actuar te llamó la atención?
-Creo que arrancó cuando yo era muy chico y acompañaba a mi mamá al teatro, caminaba los camarines, la veía en el escenario y miraba la función muchas veces; me llamaba la atención. Recuerdo a mi mamá en Carlos Paz con (Jorge) Guinzburg y (Miguel Ángel) Cherutti durante en el gobierno de Néstor (Kirchner). La veía muchas veces y no me aburría. Me gustaba la vida de los actores en la previa y post función. Y además mi abuela paterna fue actriz.
-Contame…
-Se llamaba Gloria Bonacosa, pero su nombre artístico era Gloria Bernal. Ganó un concurso a los 18 años para filmar una película. Su primer protagónico fue La amada inmóvil, después hizo Lucrecia Borgia y cuando estaba por filmar la tercera película apareció mi abuelo, se enamoraron y ella tuvo que elegir, “porque cómo iba a ser actriz”. Mi abuelo era médico cardiovascular, más conservador; no lo conocí a él, pero a mi abuela sí y falleció el mismo año que empecé a estudiar teatro, algo muy loco porque de alguna manera sentí que me pasaba la posta. No pudimos hablar de actuación porque yo era pibe y no sabía que me gustaba tanto.
-En una familia de artistas, ¿cómo es una juntada de domingo?
-Se habla de trabajo, pero no tanto. El jueves me vinieron a ver al teatro, mi hermana, mi cuñado y mi papá, y tuve muy lindos comentarios. Creo que no es muy diferente al encuentro de cualquier familia porque hablamos de trabajo al principio y después de nosotros, de la vida.
-¿Y le prestás atención a los consejos que te dan?
-Voy haciendo mi camino y cuento novedades, aunque de vez en cuando pido alguna opinión. Siempre fui un poco por la mía.
De gatos embalsamados y sobreexposición
-Nunca te expusiste, a pesar de que tu mamá tuvo un periodo muy mediático.
-Fui por otro lado. Tal vez no quise ir por ahí, después de vivir tanta exposición de mi madre cuando yo era chico.
-¿Y cómo lo viviste en el colegio?
-No muy bien. Encima tenía los dos frentes, mi mamá y mi hermana [risas]. Al principio me chocaba y después me hice cargo, y llegó un momento en que hasta podía reírme de la situación. “Mirá, tu mamá salió medio en bolas”, me decían. Y bueno, es su laburo. Mis compañeros tampoco fueron tan incisivos y creo que fue porque ya no me molestaba y perdió el chiste. Fue una buena estrategia. Quizá me molestaba, pero no lo demostraba.
-¿Vos sufriste esa exposición?
-Sí, en ese momento sí. Entraba a un lugar y todos miraban demasiado. O quería hablar de algo y siempre había una mirada detrás. De todas maneras, nada fue tan grave.
-¿Y fuiste un hermano celoso?
-Sí, tuve mis momentos en que no la pasaba bien y no quería saber nada con que miraran a mi hermana, pero después pasó… Hoy somos re compinches, tenemos gustos muy similares, y con Gonzalo también. Nos gusta hacer planes, intercambiar libros. Y mis sobrinos, Alfonsina y Eloy, me pueden. Está bueno lo que se genera en mi familia porque además mi papá es como el segundo papá de Brenda, y los domingos podemos juntarnos a comer un asado. Hay una linda dinámica de familia ensamblada que se fue gestando. Y tengo otros dos hermanos por parte de mi papá, Lola y Tomás; ella estudia actuación en la UNA y mi hermano estudia piano. Todo muy artístico; ninguno le salió médico… [risas].
-¿Cómo te cayó Gonzalo, cuando tu hermana te lo presentó?
-Me cayó bien, pero todo fue muy rápido porque enseguida quedó embarazada de Eloy. Al principio me agarró algo de hermano posesivo y después fue el mejor regalo que me pudo haber dado. Y además siguen juntos.
-¿Tu mamá va a esas juntadas?
-Mi mamá es muy particular y la queremos como es. Tiene su espacio, sus momentos. Yo tengo muchas cosas de ella también y tuve épocas de ermitaño y llegaba el fin de semana y en vez de salir, me quedaba en casa leyendo. Ella tiene sus momentos, capaz que no viene un día a una reunión familiar, o no festeja su cumpleaños o no tiene ganas de compartir un fin de año. Y se lo respetamos. Ahora está el tema con los gatos embalsamados.

-Dieron mucho que hablar esos gatos…
-Ya son más los muertos embalsamados que los vivos… En los últimos cuatro meses se le murieron tres gatos. Los tiene entre algodones y ahí encontró un amor. La mayoría son gatos persas, muy delicados. Y ella se ocupa a full. ¡Qué le puedo decir! No va a cambiar. Siempre fue así, muy bohemia, de tener su mundo y sus cosas, y uno la acompañaba. Lo de los gatos no lo había hecho nunca antes. Siempre sorprende con algo, un peinado, un tatuaje en la cabeza rapada.
-Y vos tan seriecito…
-Por ahora… [risas].
-¿Estás en pareja?
-Estuve casi seis años en pareja, convivimos y fue hermoso, pero hace un año y medio que estoy soltero.
-¿Y salís o te quedás leyendo?
-Estoy saliendo más, pero combino ambas cosas.
-¿Tenés aplicaciones de citas?
-No, nunca entré en esa porque me parece que conocer a otro de esa manera, pierde la magia. No es mi manera de vincularme, prefiero conocer a alguien tomando un vino. Sí puedo conocer a alguien por Instagram y charlar, pero no entro en esas aplicaciones. Está bueno encontrarme con la soltería a esta edad.